En el teatro

Un tema muy tratado por Joaquim Terruella en su pintura fue el del espectáculo popular y folclórico, por el que sentía una gran atracción. En el Teatro, el pintor retrata el interior de un local en plena función con el punto de mira puesto sobre el escenario en el que actúa una tonadillera. Cabe destacar como dan forma al llamativo traje de la artista y al público asistente unas inquietas y anárquicas manchas de color. La composición refleja el característico estilo del pintor basado en la impresión cromática y la pincelada nerviosa. Recursos plásticos que se observan también en los lienzos dedicados a otro de sus espectáculos favoritos, el taurino, afición que compartía con su tío y maestro, el pintor Segundo Matilla.

La disposición del color esparcida por el lienzo produce una visión dinámica a la vez que cálida y densa. Los múltiples matices, notablemente contrastados, asoman sobre una base de tonos azulados y grisáceos que propician la atmosfera lumínica del interior de un teatro. El efectismo plástico revela el dominio técnico y una expresividad resuelta con fortuna, aunque su tenaz reiteración le valiera al artista la crítica en más de una ocasión por su colorismo fácil. Otro aspecto relevante en la obra de Terruella es el equilibrio compositivo, como puede observarse en esta perspectiva bien estudiada y que conduce a la parte principal de la escena: la cantante y su arte. La obra comparte la misma disposición que Teatro, un óleo sobre tabla de tamaño más reducido que forma también parte de la colección Carmen Thyssen-Bornemisza (1).

El local donde se ubica la acción es sin duda real y pertenece a uno de los numerosos teatros existentes en la entonces concurrida avenida del Paralelo. Esta vía -conocida como el Montmartre barcelonés- y sus inmediaciones, concentraron entre finales del siglo XIX y primeras décadas del XX un gran número de establecimientos con programación diaria y generosa a los que acudía un público ávido de distracción.

Un Terruella muy joven frecuentaba estos espectáculos con amigos artistas e intelectuales. El poeta y dramaturgo Joan Vives Borrell era uno de ellos y en un artículo dedicado a la primera exposición en solitario del pintor dejaba constancia de la admiración que despertaba la bailarina Tórtola Valencia, de quién el pintor exponía un retrato junto al de una bailaora. También el crítico de arte y espectáculos Sebastià Gasch, en los años treinta, se citaba con Terruella en el emblemático Lyon d’Or de las Ramblas para dirigirse a los tablaos, cafés y teatros de la zona. Ambos testimonios destacaban la incesante actividad del pintor tomando notas en directo durante las actuaciones (2).

Las escenas de music-hall, cupletistas y bailaoras seguirían apareciendo en los catálogos de las exposiciones del pintor en la Sala Parés y las Galerías Layetanas de Barcelona los primeros años veinte. También en Madrid, con motivo de la exposición que presentó en 1922 en el Salón Arte Moderno. En esta ocasión la crítica destacaba un cuadro titulado “Interior de teatro” (3).

La fijación de Terruella por el mundo del espectáculo y por extensión del Paralelo y su ambiente, no fue un interés aislado. Animado por su actividad y algarabía pero también estigmatizado por la canallesca y la marginalidad, otros artistas habían hallado en estas calles argumentos y modelos para su obra. Nonell, Picasso, Canals, Alfred Opisso o Ricard Urgell, entre otros, describirían con mirada propia su tipismo y esencia costumbrista.

Lluïsa Sala Tubert

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(1) CTB 1991.14. Teatro, óleo sobre tabla, 33 x 37 cm. Otra composición afín es Teatro de Varietés, técnica mixta sobre cartón, 42 x 46 cm, reproducida en Rafael Manzano. J.Terruella, Ed. Àmbit, 1989, p.42

(2) Vives Borrell, J.”Siluetas Artísticas. Joaquim Terruella” en Festa, 30 de marzo de 1917, p. 68-69. Gasch, Sebastià. “Recordando a Joaquín Terruella”. Miranda, Boletín del Centro Cultural de Llançà, segundo y tercer trimestre (núm.14 y 15), p.3-4.

(3) S.L. “Un paisajista catalán. Joaquín Terruella”. La Esfera, 4 de marzo de 1922, p.9.