Pla de Palau, c. 1964

Amat i Pagès, Josep
1901, Barcelona - 1991, Barcelona
Pla de Palau, c. 1964
Firmado en el ángulo inferior derecho: "Amat"
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
Óleo sobre lienzo
60 x 81 cm
CTB.1990.21
Historia de la obra
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Subastas BROK, Barcelona, 27 de marzo de 1990. lote 399.
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Colección Carmen Thyssen-Bornemisza.
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–Josep Amat dins la col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza, Gerona, Museu d’Art de Girona, 1998, n. 42, p. 136, lám. p. 137. [Cat. Exp.]
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-Josep Amat dins la Col·lecció Carmen Thyssen-Bornemisza, Mataró (Barcelona), Ateneu Caixa Laietana, 2002, n. 44, p. 158, lám. p. 159. [Cat. Exp.]
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–Sisley, Kandinsky, Hopper. Col.lecció Carmen Thyssen. Giró, Pilar (ed.). [Cat. exp.]. Sant Feliu de Guíxols, Espai Carmen Thyssen, 2013, p. 108, lám. p. 109 [Ficha de Pilar Giró].
Informe del experto
En los paisajes urbanos de Josep Amat, ya sean dedicados a calles de París o Barcelona, reside el encanto del cómo, la magia del dónde y la ilusión que les prolonga el quién. Cuadros que a menudo captan todo aquello que la mirada anhela cuando está lejos de su entorno.
De las diversas vistas de Barcelona que Amat pinta, el Pla de Palau es un tema muy recurrente desde después de la Guerra hasta 1974. Podemos encontrar cuadros con esta temática en las exposiciones individuales realizadas en 1943, 1945, 1947, 1953, 1955, 1960, 1963, 1965, 1969 y 1974.
Este tema lo trató especialmente desde tres perspectivas diferentes. En la mayoría de ellos el punto de vista se dirige hacia los Porches de Xifré pero pintados desde pie de plaza. Amat solía pintar al lado de uno de los plátanos de la plaza, para evitar que algún transeúnte tropezara por distracción con el caballete.
Sobre esta misma temática también podemos encontrar cuadros pintados con la misma orientación pero desde una perspectiva aérea. El cuadro que nos ocupa pertenece al grupo de vistas aéreas mirando hacia el edificio de capitanía y es uno de los más característicos de dicha tipología. Amat aprovechó que podía pintar desde esta privilegiada posición puesto que tenía acceso a la terraza del edificio de la Llorja. Este lugar le permitía poder trabajar con formatos más grandes, ya que podía evitar las dificultades de trabajar en la vía pública.
La atmosfera acuosa que impregna toda la tela nos evoca un cierto romanticismo más cercano al decir de la técnica que no al concepto. Los personajes, los edificios y los objetos presentan una pátina impresionista que nos transmite la sensación de un instante suspendido, mientras el cielo, en un aparente ocaso, parece que espera nuevamente la llegada de una tarde luminosa.
Pilar Giró