Paisaje con bosque y río

“No sabes!, pero sabes / Que es cántico de amor / Del pájaro el gorjeo. / Sabes que es vida el sol; / Que la callada selva, / Del huracán la voz / Son mágicos poderes / Que siente el corazón / Que el brillo de los astros / El rayo que cayó / Las flores, la hermosura / Son goce, y son dolor / (…)”[i]

Ramon Martí Alsina

Un río plateado y calmo se abre camino hacia el horizonte. Las luces del agua juegan en armonía con las sombras de los márgenes y la profundidad de la perspectiva encamina nuestra mirada hacia un monte azulado. A un lado enormes rocas, volúmenes pétreos, pesados, donde se mezcla una compleja gama de tonalidades; y a continuación se alzan árboles captados en su monumental altura e impresión de realidad cromática y formal, como portentosas y protectoras aparecen las paredes de tierras rojizas que sostienen los pinos de la otra orilla. De nuevo los matices se mezclan en armonías infinitas. Sólo dos figuras, en sendas orillas, reivindican la pequeñez del ser humano ante la naturaleza. Martí Alsina siempre la tuvo presente. La Naturaleza era para él indisociable de la creación artística, no sólo de la pintura, sino también de la literatura como he querido demostrar con la cita del principio, un fragmento de uno de los poemas que nos ha legado en su faceta de escritor.

Sin lugar a dudas estamos ante un paisaje de los años setenta. A partir de 1872 los paisajes de Ramon Martí Alsina evidencian una cierta evolución estilística en la que se va despojando de aquel romanticismo exuberante de la primera época. Suelen ser más panorámicos, dando importancia a los horizontes y vaciándolos un poco de la frondosidad que había sido característica en los sesenta, dejando que la pincelada adquiera más libertad para captar las impresiones de los estados atmosféricos. También desaparecen progresivamente las ruinas; la contemplación del pasado en su estado más idílico y romántico pasará a ser una lucha personal por la defensa de la cultura y el patrimonio. Martí Alsina promoverá la cultura desde el Ateneo barcelonés (del cual fue uno de los socios fundadores), pasando por el apoyo en la realización de exposiciones (con la fundación de la Sociedad para Exposiciones de Bellas Artes en 1868) y, por supuesto, desde la Academia, donde ejercía de profesor. Por tanto, la evolución estilística es clara y se establece hacia un evidente “realismo”, no en el sentido analítico o científico, sino en el sentido de impresión de matices, superficies y rugosidades, tonalidades y atmósferas. Pero lo que no cambia son los temas y ubicaciones. La Riera de Argentona, como es el caso que nos ocupa, será un clásico en toda su producción, vista desde diferentes ángulos y ubicaciones, así como también sus alrededores y otros paisajes de montaña.

Afortunadamente existen numerosos ejemplos de dibujos fechados en los años setenta[ii] que describen con detalle la técnica del maestro durante esta época y, como consecuencia, la espontaneidad, pasión y frescura, se manifiestan en los lienzos de manera natural. La pincelada parece resbalar con más ímpetu y rapidez aprovechando la emoción del momento, o como decía Corot: “yo pinto sentimiento sobre sentimiento”[iii].

Concepción Chillón Domínguez

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[i] Archivo Ramon Martí Alsina. Caja 2. Prosa y Poemas, 11/14. Museo Nacional de Arte de Cataluña.

[ii] M. Concepción Chillón. “Dibuixos de Ramon Martí Alsina (1824-1896): La passió del geni desconegut”, en: Martí Alsina (1826-1894). Dibuixos. Catálogo de exposición. Palau Antiguitats (3 de marzo-24 de junio). Barcelona, 2011. Importante exposición de dibujos de Martí Alsina que reunió, además de paisajes, retratos, desnudos, animales y composiciones de figuras, abarcando todas las épocas del artista.

[iii] Cita extraída de: Anne Roquebert. La técnica de Corot, en: Corot. Naturaleza, emoción, recuerdo. Museo Thyssen-Bornesmiza. Madrid, 2005, p. 57.