Conversación bajo los olivos

Matisse, Henri
Le Câteau-Cambresis, 1869 - Niza, 1954
Conversación bajo los olivos, 1921 (Conversation sous les oliviers)
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: ''Henri Matisse''.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo en el Museo Thyssen-Bornemisza.
Óleo sobre lienzo
100 x 82 cm
CTB.1983.13
Historia de la obra
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Josse y Gaston Bernheim-Jeune, París, 20 de abril de 1921 (adquirida al artista por 5.500 francos)
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A. de Seyssel, París
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Stephen Hahn, Nueva York, 1981
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Thyssen-Bornemisza Collection, Lugano, 1983
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Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
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-Faure, Elie [et al.]: Henri Matisse. París, Georges Crés & Cie, 1923, fig. 24.
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-Barnes, Albert C. y Mazia, Violette de: The Art of Henri Matisse. Merion, The Barnes Foundation Press, 1933, pp. 63, 64, 83, 110, 111, 140, 144, 157, fig. p. 315.
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-Mushakojo: Henri Matisse 1890-1939. Tokio, Tokamizawa Colour Print Studio, 1939, fig. 159, p. 79.
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-Ogawa, Masataka: Matisse-Rouault. Tokio, Kawade Shobo, 1966, lám. 20.
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-Luzi, Mario y Carrà, Massimo: L’opera di Matisse dalla rivolta ‘fauve’ all’intimismo. 1904-1928. Milán, Rizzoli, 1971, n. 355, p. 101, fig. p. 100.
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-Pury, Simon de: «Acquis par Thyssen». En Connaissance des Arts. París, octubre 1983, n. 380, pp. 70-71, lám.
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-Schneider, Pierre: Matisse. París, Flammarion, 1984, p. 86, lám.
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-Cowart, Jack y Fourcade, Dominique: Henri Matisse: The Early Years in Nice. 1916-1930. [Cat. exp., 1986-1987]. Washington DC, National Gallery of Art – Nueva York, Harry N. Abrams, 1986, n. 95, pp. 28, 305, lám. 129 p. 175.
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-Elderfield, John: Henri Matisse: A Retrospective. [Cat. exp. 1992-1993]. Nueva York, Museum of Modern Art, 1992, n. 251, p. 292, lám. p. 325.
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-Dauberville, Guy-Patrice y Michel: Matisse. Henri Matisse chez Berheim-Jeune. París, Editions Bernheim-Jeune, 1995, vol. I, pp. 137, 157, 173, 184, 233; vol. II, n. 454, pp. 978, 1439, lám. pp. 977, 979.
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-Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Arnaldo, Javier (ed.). 2 vols. Madrid, Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, 2004, vol. 2, p. 250, lám. p. 251 [Ficha de Pierre Schneider]
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-Conzen, Ina: «The True Image. On Spirituality in Hanri Matisse’s Portraits». En Stuttgart / Hamburgo 2008-2009, pp. 12-35 , cit. p. 27.
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-Matisse: People, Masks, Models. Rainbird, Sean [et. al.] (ed.). [Cat. exp. Stuttgart, Staatsgalerie; Hamburgo, Bucerius Kunst Forum]. Múnich, Hirmer Verlag, 2008 [ed. alemana: Matisse: Menchen, Masken, Modelle] , n. 64, pp. 208, 218, lám. p. 159.
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-Llorens, Tomàs: «Matisse entreguerras». En Madrid 2009, pp. 13-157 , cit. pp. 50-51, fig. p. 51, lám. p. 59.
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-Llorens, Tomàs: Matisse (1917-1941). [Cat. exp.]. Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza, 2009.
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-Jarauta, Francisco y Villafranca, María del Mar: Matisse y La Alhambra. 1910-2010. [Cat. exp.]. Granada, La Alhambra, Palacio de Carlos V, 2010, n. 17, p. 110, lám. p. 111 [Ficha de Juan Ángel López-Manzanares]
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-Borobia, Mar y Alarcó, Paloma (eds.): Museo Thyssen-Bornemisza. Obras escogidas. Madrid, Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, 2011, p. 270, lám. p. 271.
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-Alarcó, P. y Borobia, M. (eds.): Guía de la colección. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza, 2012, p. 388, lám. p. 389.
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-Escenarios. De Monet a Estes. De Trouville a Nueva York. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza. Museu Carmen Thyssen Andorra, 2017, p. 52-53 (Cat. Exp.) [Ficha de Pierre Schneider]
Informe del experto
Bajo una apariencia apacible, los cuadros de Matisse ocultan a menudo un debate complejo y que, a través de las tensas relaciones entre el tema y el estilo, expresan las aspiraciones conflictivas del pintor. Conversación bajo los olivos es particularmente revelador en este sentido. Dos elegantes damas, de pie sobre el césped, parecen charlar. Detrás de ellas, una avenida; más allá, ligeramente más abajo, un olivar; más lejos, la silueta de una colina, y después, otra. El cuadro fue pintado del natural en 1921, en el interior de Niza. El título, en el que aparecen los olivos, y la sombrilla abierta de una de las jóvenes, hablan del Sur y el sol.
Sin embargo, la gama de colores es limitada: sus grises, blancos, verdes, azules y pardos sordos recuerdan a Corot, cuyo consejo de poner un solo punto rojo en todo el cuadro parece haber recordado Matisse, que le admiraba (como única concesión a la exuberancia meridional, Matisse puso tres). Se diría que la hierba exuda un delicado rocío y una bruma matinal ronda alrededor de los follajes. En suma, en este «paisaje con figuras», como en todas las vistas que pintó en el Sur, al final de la guerra, Matisse «piensa en el norte» (por otra parte, en la misma época irá a trabajar a Étretat). En esos años está de moda la «llamada al orden»: el artista del momento es Derain.
Matisse compone de acuerdo con los aires del tiempo, pero sin traicionar sus convicciones. Fue a través del paisaje impresionista como, en sus inicios, accedió a la modernidad: hacia él se esfuerza ahora por volver. No hay que decir que no lo conseguirá: al simplificar, o mejor, al acusar los elementos de la composición, devuelve imperceptiblemente al presente, en otras palabras, al plano pictórico -ese imperativo categórico de la modernidad que él mismo había contribuido tanto a imponer en su momento-, una escena que parecía destinada a deslizarse suavemente hacia el pasado. Las dos jóvenes no subirán a la acera mecánica que, bajo el aspecto de una avenida, desciende detrás de ellas.
Lo que a Matisse le interesa más que todo -lo dijo en 1908- son las figuras. DesdeLe bonheur de vívre, 1906, sueña con reintegrarlas en el paraíso de la decoración, que se confunde con el plano pictórico. Pero el papel de ese fondo no podrá ser mantenido por el paisaje, demasiado difícil de conciliar con la estética de la decoración que constituye a partir de entonces su gran objetivo, entrevisto en Marruecos en 1912-1913, interrumpido por la guerra y provisionalmente en suspenso. No realizará hasta un cuarto de siglo más tarde el cuadro concebido como alfombra. Mientras tanto, pinta alfombras colgadas en las paredes y papeles murales que imitan el mármol o la cerámica, así como celosías, muebles, accesorios y trajes exóticos; todo un decorado artificial que hacía olvidar en los cuadros la presencia de verdaderas paredes y el recurso a los procedimientos pictóricos elaborados por Occidente para hacer mensurable su espacio. Confinadas en estos interiores, en los que el mundo occidental sólo entra por la ventana, las figuras esperarán que Matisse sepa y se atreva finalmente a introducirlas en el jardín edénico de la decoración. Conversación bajo los olivos, que se cuenta entre los últimos paisajes pintados por Matisse, es aquel en que las figuras se despiden de la naturaleza.
Pierre Schneider